¿Puede un estoico sentir pasión? Reflexiones sobre el deseo

Publicado el 24/01/2025.
estoico y la pasión

La filosofía estoica es frecuentemente malinterpretada como una doctrina fría y desapasionada que rechaza cualquier forma de emoción intensa. Esta percepción ha llevado a la pregunta: ¿puede un estoico sentir pasión? Para responder, es importante explorar cómo los estoicos definían el deseo y la pasión, y cómo esta filosofía no busca eliminarlos, sino transformarlos en fuerzas alineadas con la virtud y la razón.

Pasión y deseo en el estoicismo

Los estoicos distinguían entre las emociones irracionales, a las que llamaban “pasiones”, y los estados emocionales racionales, conocidos como “eupatías”. Según Séneca, las pasiones son aquellas que nos arrastran fuera de nuestro control y nos alejan de la virtud. Sin embargo, esto no significa que los estoicos rechacen todas las emociones o los deseos, sino que buscan dirigirlos de manera sabia y moderada.

Para los estoicos, la clave no está en suprimir el deseo, sino en disciplinarlo. Como explicó Epicteto, “La libertad es el control sobre los propios deseos.” Por lo tanto, un estoico puede experimentar deseo o pasión, siempre que esté guiado por la razón y no por impulsos desmedidos.

¿Qué significa sentir pasión como estoico?

Sentir pasión como estoico no implica ser indiferente o insensible, sino desarrollar un tipo de entusiasmo controlado. Marco Aurelio, en sus Meditaciones, habla con frecuencia del amor por la naturaleza, por el deber y por el bien común. Este tipo de pasión no es irracional, sino una expresión de conexión con algo más elevado y alineado con la virtud.

Por ejemplo, un estoico puede sentir una profunda pasión por aprender, enseñar o ayudar a los demás, siempre que esta pasión esté anclada en la sabiduría y no en el ego.

Pasión irracional versus pasión virtuosa

El estoicismo no condena la pasión per se, sino las pasiones descontroladas que nublan el juicio y generan sufrimiento. Las pasiones irracionales, como la codicia, los celos o el miedo, surgen cuando dependemos de factores externos para nuestra felicidad. En cambio, las pasiones virtuosas, como el amor por la justicia, la verdad o el coraje, son bienvenidas porque están alineadas con la naturaleza racional del ser humano.

Un ejemplo cotidiano podría ser el deseo de éxito profesional. Una persona estoica no eliminaría este deseo, pero lo enfocaría en el esfuerzo y el proceso, sin obsesionarse con los resultados externos. Este equilibrio permite disfrutar de una vida plena sin caer en la frustración.

Cómo manejar el deseo desde un enfoque estoico

1. Evalúa tus deseos

El primer paso para manejar el deseo como estoico es preguntarte: “¿Este deseo es virtuoso o me está alejando de mi propósito?” Por ejemplo, si sientes una fuerte atracción por algo material, reflexiona si realmente contribuirá a tu bienestar o si es un impulso pasajero.

2. Practica la moderación

Séneca decía que “nada se encuentra en su justa medida si no se encuentra bajo el control de la razón.” Practicar la moderación te permite disfrutar de lo que amas sin volverte esclavo de ello. Si sientes pasión por un proyecto, dedica tiempo a él, pero también respeta tus límites.

3. Enfócate en lo interno

El estoicismo nos enseña que la verdadera felicidad proviene de nuestro interior. En lugar de buscar satisfacción en deseos externos, cultiva pasiones internas como la curiosidad, la gratitud o el amor por el aprendizaje.

4. Encuentra propósito en tus emociones

Una pasión que sirve a un propósito más grande, como ayudar a los demás o contribuir al bien común, es una pasión alineada con los valores estoicos. Este enfoque convierte el deseo en una fuerza positiva que enriquece la vida.

¿Es la pasión una debilidad o una fortaleza para un estoico?

Para un estoico, la pasión no es intrínsecamente buena ni mala; su valor depende de cómo se maneje. Cuando está guiada por la virtud y la razón, la pasión se convierte en una herramienta poderosa para alcanzar la excelencia personal. Por el contrario, cuando está descontrolada, puede llevar a la confusión y al sufrimiento.

En este sentido, un estoico no rechaza la pasión, sino que busca transformarla en una expresión de su mejor versión. Como Marco Aurelio escribió: “El alma armoniosa es aquella que se regocija en lo que le sucede y se ama a sí misma en lo que hace.”

Conclusión: el estoico y la pasión en equilibrio

Lejos de ser insensible, el estoico busca vivir con pasión equilibrada, una que esté al servicio de la virtud y del bien común. El deseo, cuando es controlado y alineado con valores elevados, no solo es aceptable en el estoicismo, sino que es deseable.

Por lo tanto, un estoico puede sentir pasión, siempre que esta no lo domine ni lo aleje de su propósito. En última instancia, el estoicismo no nos pide renunciar a las emociones, sino integrarlas sabiamente en nuestra vida para vivir con libertad, serenidad y propósito.