Un personaje tal vez un poco menos conocido, pero no por ello menos trascendente, sobre todo por la gesta épica que llevó a cabo, es el de Judit. El libro que narra este episodio dramático para el pueblo de Israel, es de carácter apócrifo para judíos y protestantes, por lo que no lo encontraremos en la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento, siendo sin embargo aceptado como deuterocanónico o inspirado por los católicos.
Creo que no lo he explicado anteriormente, por lo que indico ahora que un libro apócrifo es simplemente uno que, por razones temporales, metodológicas y a veces, también políticas, no forma parte del canon bíblico. Ello no significa que por no encontrarse en el canon sea menos importante, puesto que hay profusa literatura apócrifa, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En definitiva, todos los libros (canónicos y apócrifos) son hijos de una época determinada, motivados por los contextos sociales, religiosos y políticos de dicha época.
La redacción del libro de Judit data muy probablemente del siglo II a.C. y está escrito únicamente en griego, por lo que dado su contenido, es muy probable que haya recibido la influencia del estoicismo, ya que si bien no se puede establecer una conexión directa con esta filosofía, algunos de sus principios, como la valentía, la virtud y la confianza en la providencia divina, enmarcan el accionar de esta mujer -como dije- poco conocida, pero enormemente influyente en el contexto donde los hechos son relatados.
Precisamente la historia que cuenta se habría desarrollado durante el siglo VIII a.C., ya que habla de un hecho osado y valiente llevado adelante por una mujer, para evitar que uno de los pueblos de Israel, ubicado en el Valle de Esdrelón, cayera en manos de los asirios, que estaban asolando el territorio, destruyendo ciudades y transfiriendo a sus pobladores precisamente a Asiria. Debemos puntualizar que la política de transferencia de pueblos en esos años era muy habitual, puesto que se trataba de una estrategia de guerra usual para demoler la voluntad de los exiliados y reducirlos con más facilidad. En el caso de los asirios también, estaban caracterizados y eran temidos por su enorme potencial militar y sus prácticas más que violentas y aberrantes para con los conquistados.
Así narra uno de los capítulos más importantes de este texto, el versículo 4, el Dr. Adolfo Roitman en “El libro de Judit: historia, literatura y teología”: “En el año dieciocho de su reinado, el rey Nabucodonosor llamó a Holofernes, jefe supremo del ejército y segundo suyo, para ordenarle salir al frente de un ejército con el propósito de castigar a los pueblos rebeldes (pueblos éstos que no habían obedecido la orden del rey de unírseles en su guerra contra Arfaxad, rey de los medos) Sin demora, una fuerza militar descomunal salió de Nínive, conquistando exitosamente y sin contratiempos los pueblos occidentales del imperio, hasta finalmente llegar a la tierra de Israel y acampar frente a la llanura de Esdrelón. Como era de esperar, el pánico cundió entre los israelitas, temiendo por la suerte de Jerusalén y el Templo. Pero en vez de caer en la desesperanza, el Sumo Sacerdote envió a las fronteras la orden de obstruir los desfiladeros, especialmente en Betulia, suplicando a Dios con ayunos y rogativas solemnes que no entregue la casa de Israel a los impíos”. (El texto entre paréntesis me pertenece).
El general Holofernes, al mando del ejército de Nabucodonosor, pone sitio a la ciudad de Betulia y luego de treinta y cuatro días de asedio, el pueblo se encontraba desgarrado de hambre y sed, pidiendo a su rey que se rindiera frente al ejército invasor.
En este contexto entonces se desarrolla la trama central de esta simple mujer de Israel, quien habiendo quedado viuda, ayunaba ceñida de sayal y con ropas de luto todos los días, excepto los sábados y sus vísperas, los novilunios y sus vísperas, las fiestas y las conmemoraciones del pueblo de Israel. En la terraza de su casa había construido una habitación, donde permanecía siempre sola, sin mayor contacto con personas del lugar.
Era una mujer educada y bella, a quien su esposo Manasés, le había dejado joyas, ganado y tierras. Una mujer simple, pero que sin embargo gozaba de mucho predicamento entre los sabios y ancianos del lugar; y ganó mucho más respeto, cuando estando la ciudad a punto de rendirse, Judit mandó llamar a su casa a los ancianos del lugar para recriminarles por la actitud pasiva que estaban demostrando frente al enemigo. Y no obteniendo la respuesta que deseaba oír de ellos, después de orar a Dios solicitando su ayuda “se quitó el saco que vestía y después de bañada, cambió sus vestidos de viuda por los de fiesta que usaba cuando vivía su esposo Manasés; se echó perfumes, se peinó y se adornó la cabeza con una cinta. Se calzó las sandalias, se puso collares, brazaletes, anillos, aros y todas sus joyas. Se arregló lo mejor que pudo con el fin de atraer las miradas de todos los que la vieran” (así dice el capítulo 10, versículos 3-4).
Salió acompañada de su criada y se presentó en el campamento asirio, haciendo gala de gran astucia porque se infiltra por decirlo de alguna manera, indicándoles a los centinelas que llegaron para interceptarla, que venía huyendo de los hebreos, ya que éstos serían derrotados por el ejército de Holofernes y pidió hablar con él para darle información sobre cómo desplazar sus hombres en el terreno para lograr una gran victoria.
Esto le permitió ingresar a la tienda del general, a quien sedujo y quien la invitó a pasar la noche junto a él en su tienda. Una vez allí, lo embriagó y, cuando cayó dormido, lo decapitó con su propia espada. Luego, abandonó el campamento llevando consigo la cabeza del líder invasor. Los hebreos cuelgan de la muralla el despojo y salen de la ciudad para enfrentarse a los asirios. En el campamento enemigo descubren el cuerpo mutilado de Holofernes y se dan cuenta de lo sucedido. Esto provoca gran temor en el ejército que huye a la desbandada y es derrotado por los israelitas.
A este respecto, es muy interesante el análisis que desarrolla el Dr. Adolfo Roitman, en su obra antes mencionada, cuando indica: “El segundo tema teológico de la obra tiene que ver con la confrontación entre la fe y la incredulidad, que aparece de manera manifiesta en el clímax de la obra (7, 19-9, 14). La incredulidad es representada por los ciudadanos y los dirigentes de Betulia, quienes creían que el sufrimiento y el dolor eran resultado del castigo divino por los pecados cometidos (7, 28). Su actitud cuasi-herética era fruto de su manera literal de entender la idea retributiva de castigo proclamada por la teología deuteronomista del pacto (Deuteronomio 30, 15-20). Frente a este enfoque que llevaba a la desesperanza y a la herejía, el libro de Judit propone en la cúspide quiástica de la estructura piramidal (8, 11-27) una revisión de la tradicional doctrina de la retribución. Según esta nueva interpretación, el sufrimiento y las penas pueden tener un propósito educativo, teniendo un carácter de prueba divina. Por ello, frente a la crisis y el dolor, Israel no debe desesperar sino poner toda su confianza en Él. Sin embargo este mensaje tradicional de fuerte raigambre bíblica (por ejemplo, el libro de Job), tiene en Judit una implicación original. Ya que esta teología no lleva en el libro al fatalismo o a la resistencia pasiva, sino a una postura activista (8, 32). Y de aquí la conclusión, pues, que esta nueva interpretación de la antigua teología deuteronomista sería ciertamente el mensaje religioso central de la obra”.
Después de leer este texto esclarecedor del Dr.Roitman, queda por decir que Judit es una mujer piadosa que enfrentando la posibilidad cierta de que su pueblo sea devastado por los asirios, no asume una postura estática. Ve la realidad que la rodea y verifica si está en sus manos la posibilidad de modificarla o no. Los estoicos decimos que no son los hechos los que producen nuestras preocupaciones, sino la mirada que tenemos sobre los mismos.
Pues bien, esta heroica mujer de Israel, consideró que podía hacer algo para torcer el destino predeterminado que se cernía sobre su pueblo y lo hizo, aún poniendo en peligro su propia vida y demostrando que aún en una sociedad patriarcal como la de su época, las mujeres podían aportar la cuota de coraje y serenidad necesarios para llevar a cabo semejante gesta.
Por otra parte Pinky Riva, biblista boliviana en su obra: “El Libro de Judit” nos dice algo muy importante: “El libro de Judit denota una fuerza revolucionaria capaz de transformar relaciones de género discriminatorias. Frente a aquella cultura patriarcal, Judit –una mujer viuda y sin hijos– desempeña un papel público reservado sólo a los varones: es líder, se superpone a los jefes de la ciudad, incluso al sumo sacerdote. Es un personaje que no aparece desempeñando solamente los roles de madre o esposa, típicos del tiempo en que fueron escritos. Judit personifica la sabiduría israelita que confunde la cultura babilónica y griega y protagoniza una historia de liberación semejante a la del éxodo. Encaja en el prototipo de mujeres que, como Yael o Dalila, seducen y vencen al enemigo, pero además de su atractivo físico como arma de seducción, Judit añade una conducta intachable y una confianza inquebrantable en Dios”.
Asimismo, como lo resalta Carmiña Navia: “Judit en ningún momento se considera débil o inferior. Su actitud es de quien sabe tener la respuesta para una situación dada, su actitud es incluso de quien se sabe superior. La lectura tradicional católica ha dicho que Judit manda llamar a los ancianos del pueblo porque como viuda no salía de su casa; ¿cómo se explica entonces que a continuación realice una salida tan radical? Judit hace venir a los ancianos a su casa, porque se considera a sí misma en posición de hacerlo; ella es la que va a resolver el conflicto”
Finalmente, cuando todo termina y el pueblo de Israel resulta vencedor del ejército de Holofernes, Judit regresa a su casa, a su vida de ayuno y oración y no vuelve a exhibirse públicamente, rechazando inclusive varias propuestas de matrimonio que tuvo a lo largo de su vida; lo cual demuestra que una vez cumplido su propósito de vida, ni más ni menos que el de salvar a su pueblo de ser demolido por el ejército asirio, acepta nuevamente el status en el que se encontraba luego de la muerte de su esposo, sin pretender cambiar ni un ápice de su existencia.
Judit refleja un verdadero carácter estoico. Es sobria en su vida cotidiana, reflexiva por sus días de ayuno y oración, austera a pesar de tener abundancia de bienes, valiente para enfrentar a los ancianos y a los hombres de Israel y de una osadía y coraje envidiables para llevar a cabo semejante épica.
Bibliografía consultada:
- Navia Carmiña
- Riva Pinky
- Roitman Adolfo