Dieta informativa: evitar el doomscrolling con ventanas, listas y reserva de juicio

Publicado el 02/09/2025.
Dieta informativa

Vivimos en un mundo hiperconectado donde la avalancha constante de noticias, notificaciones y actualizaciones parece no tener fin. En este escenario, muchos caen en el hábito del doomscrolling: deslizar sin descanso el dedo por la pantalla mientras se consumen titulares negativos, una y otra vez, sin propósito ni descanso. Esta práctica no solo erosiona nuestra paz interior, sino que también limita nuestra capacidad de discernimiento y acción consciente.

El estoicismo, con su invitación a vivir con claridad y dominio de uno mismo, ofrece un antídoto práctico. En este ensayo exploraremos la idea de la dieta informativa, un concepto que combina la moderación estoica con estrategias modernas: ventanas para el consumo, listas selectivas y la reserva de juicio.

1. La raíz estoica del problema: exceso y dispersión

Los estoicos ya advertían sobre el peligro de la saturación de estímulos. Séneca, en sus Cartas a Lucilio, se quejaba de la multitud de voces que buscaban distraer la mente del filósofo, alejándolo de lo esencial. “Ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige”, recordaba.

El doomscrolling no es más que una versión digital de esa dispersión: en lugar de pasear por foros y plazas, deambulamos por redes sociales y portales de noticias, dejando que las emociones ajenas dirijan nuestro ánimo.

2. La metáfora de la dieta: elegir lo que alimenta

Así como nadie comería sin parar alimentos ultraprocesados, tampoco conviene ingerir información sin criterio. La dieta informativa propone aplicar a los datos la misma sobriedad que a la mesa: elegir lo nutritivo, limitar las cantidades y evitar lo que envenena.

Pierre Hadot, en Ejercicios espirituales y filosofía antigua, resalta que el ejercicio filosófico consiste en orientar la atención. Si aplicamos esto al ámbito digital, cada clic debería responder a la pregunta: “¿Esto fortalece mi razón o solo alimenta mi ansiedad?”.

3. Ventanas: el tiempo como guardián

El primer pilar de la dieta informativa son las ventanas de consumo. Igual que en el ayuno intermitente se delimitan las horas para comer, podemos fijar momentos específicos para leer noticias o revisar redes.

  • Mañana breve: dedicar 10 minutos a informarse de lo esencial, preferiblemente en medios seleccionados.
  • Tarde puntual: una segunda revisión corta, para actualizar lo indispensable.
  • Cierre nocturno: evitar la exposición a noticias antes de dormir, pues perturban el descanso y predisponen al pesimismo.

Epicteto recomendaba no exponerse a todo lo que llega a los oídos, sino filtrar lo que contribuye al bien vivir. Las ventanas son ese filtro temporal que protege la mente.

4. Listas: la selección como arte

El segundo pilar es la curaduría de fuentes. En lugar de navegar por el caos del algoritmo, se trata de elegir conscientemente qué voces dejamos entrar.

  • Listas privadas en redes sociales: seguir solo cuentas que aporten valor real.
  • Suscripciones seleccionadas: newsletters de calidad en lugar de titulares sensacionalistas.
  • Biblioteca personal: reservar espacio a la lectura de libros —como Meditaciones de Marco Aurelio o El arte de la buena vida de William B. Irvine— que ofrezcan profundidad frente a la inmediatez.

Como diría Marco Aurelio: “El alma se tiñe con el color de sus pensamientos”. Nuestras listas informativas son las paletas de colores que pintan nuestra vida interior.

5. Reserva de juicio: la disciplina mental

El tercer pilar es la más poderosa herramienta estoica: la epoché o suspensión del juicio. No todo lo que vemos debe aceptarse como verdad ni todo lo que leemos debe provocarnos una reacción inmediata.

Al practicar la reserva de juicio:

  • Reconocemos la diferencia entre hechos y opiniones.
  • Evitamos el contagio emocional de titulares alarmistas.
  • Nos damos el tiempo necesario para procesar la información antes de actuar.

En palabras de Epicteto: “No son las cosas las que nos perturban, sino las opiniones que tenemos sobre ellas”. La dieta informativa, entonces, no solo regula la cantidad de información, sino también la forma en que la interpretamos.

6. Complemento digital: lo que ya hemos aprendido

En artículos previos sobre sobriedad digital en estoicismo.ar, hemos explorado cómo reducir notificaciones, establecer pausas tecnológicas y usar el móvil con propósito. La dieta informativa se suma a este camino: no basta con apagar el ruido digital, hay que aprender a seleccionar con cuidado qué voces encendemos cuando decidimos escuchar.

7. Ejemplos prácticos

  • Ejemplo 1: en lugar de revisar compulsivamente Twitter, abrir solo dos veces al día una lista privada con medios confiables y pensadores inspiradores.
  • Ejemplo 2: al leer un titular alarmista (“Crisis mundial inminente”), detenerse y preguntarse: “¿Es un hecho comprobado o una interpretación interesada?”.
  • Ejemplo 3: reservar los domingos para leer un libro clásico, como De la brevedad de la vida de Séneca, en lugar de navegar sin rumbo por portales de noticias.

8. Beneficios de la dieta informativa

  1. Menos ansiedad: la reducción de estímulos negativos disminuye el miedo anticipado.
  2. Más claridad: al elegir fuentes confiables, se evita la confusión generada por rumores.
  3. Mayor tiempo libre: al limitar ventanas, se liberan horas para el silencio y la reflexión.
  4. Fortalecimiento del juicio: la práctica de la suspensión genera una mente más crítica y menos manipulable.

9. Enlace con la tradición clásica

La dieta informativa no es un invento moderno, sino una adaptación contemporánea de la disciplina estoica de la atención. Marco Aurelio aconsejaba: “Concéntrate en lo que está en tu poder y deja de arrastrarte por lo que dicen los demás”.

Lo mismo vale para nuestra relación con las noticias: cuidemos lo que depende de nosotros —nuestros hábitos de consumo— y dejemos de lado la ilusión de controlar el flujo infinito de titulares.

Conclusión

El doomscrolling es un síntoma de nuestra era, pero no un destino inevitable. Al adoptar una dieta informativa, basada en ventanas, listas y reserva de juicio, recuperamos el poder de decidir qué entra en nuestra mente y qué dejamos fuera.

Así como el cuerpo se fortalece con una alimentación equilibrada, el alma se fortalece con un consumo informativo sobrio, guiado por la razón. Los estoicos nos recuerdan que la verdadera libertad está en dominar nuestros hábitos, no en dejarnos arrastrar por ellos.

Que cada clic sea una elección consciente y cada lectura, un alimento para la serenidad.

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