¿Te has dado cuenta de cómo el miedo ha tomado las redes?

Publicado el 19/08/2025.
miedo en redes

Vivimos en una época en la que nunca antes habíamos estado tan conectados. Sin embargo, paradójicamente, nunca habíamos sentido tanto miedo colectivo. Basta abrir cualquier red social para comprobarlo: titulares alarmantes, comentarios llenos de ansiedad, videos que apelan a la indignación o a la catástrofe. El miedo en redes se ha convertido en un combustible silencioso que guía nuestras emociones, nuestras conversaciones y, en gran medida, nuestras decisiones.

El miedo como herramienta de control

El filósofo estoico Séneca advertía en su obra De la brevedad de la vida que “vivimos como si fuéramos a ser eternos, pero tememos cada día como si fuéramos a morir mañana”. Las redes sociales parecen haber materializado esta paradoja: nos distraen prometiendo infinitud de contenidos, pero nos mantienen en vilo con una amenaza constante de crisis, rechazo o inseguridad.

No es casualidad. El miedo se comparte más rápido que la calma. En estudios de psicología social se ha demostrado que las emociones negativas, especialmente la indignación y la ansiedad, generan más interacciones digitales. Un algoritmo aprende rápido que un titular alarmista produce más clics que uno sereno.

Los clásicos frente al miedo

Los filósofos griegos y romanos ya reflexionaban sobre la manipulación del miedo. Epicuro, en su Carta a Meneceo, sostenía que gran parte de la angustia humana procede del miedo a lo que no controlamos, especialmente la muerte. Marco Aurelio, en sus Meditaciones, recordaba: “Si te angustias por algo externo, no es eso lo que te molesta, sino tu juicio sobre ello”.

Estas enseñanzas son sorprendentemente actuales. Las redes sociales no son las culpables de nuestra ansiedad, sino el juicio que nosotros emitimos sobre lo que vemos. El algoritmo nos presenta estímulos; nosotros elegimos cómo reaccionar. El problema surge cuando olvidamos esa libertad de elección y caemos en la trampa de pensar que estamos a merced de un flujo incontrolable de amenazas.

Estrategias estoicas para el miedo digital

¿Cómo aplicar la sabiduría estoica al miedo en redes?

  1. Distinguir lo que depende de ti.
    Epicteto lo dejó claro en su Manual: hay cosas que dependen de nosotros —nuestros juicios, deseos y acciones— y otras que no. No podemos controlar las publicaciones de los demás ni las tendencias virales, pero sí podemos decidir qué leemos, cuánto tiempo pasamos en línea y cómo interpretamos lo que aparece en nuestra pantalla.
  2. Practicar la visualización negativa.
    Los estoicos recomendaban imaginar los peores escenarios para disminuir el impacto del miedo. Al abrir las redes, en lugar de sorprendernos por la avalancha de noticias negativas, podemos asumir de antemano que encontraremos contenidos alarmantes. Esta preparación reduce el shock emocional.
  3. Ejercitar la indiferencia selectiva.
    No toda información merece nuestra atención. Séneca aconsejaba filtrar aquello que nos roba tiempo y serenidad. Del mismo modo, podemos silenciar cuentas, limitar notificaciones y practicar lo que hoy llamaríamos “dieta digital”.
  4. Buscar fuentes de sabiduría, no de ruido.
    Marco Aurelio dedicaba sus lecturas a filósofos y maestros que fortalecieran su carácter. Hoy podemos hacer lo mismo: en lugar de seguir cuentas que promueven miedo, podemos elegir contenidos que promuevan reflexión, virtud y serenidad.

El miedo como negocio

El miedo en redes no solo es un accidente: es un modelo de negocio. Plataformas como Facebook, X (antes Twitter) o TikTok se sostienen gracias a nuestra atención. Y nada capta tanto la atención como un posible peligro.

En Amusing Ourselves to Death, Neil Postman advirtió que la televisión había transformado la información en entretenimiento. Las redes sociales fueron más allá: transformaron la información en una emoción inmediata, muchas veces negativa, diseñada para enganchar.

Desde la perspectiva estoica, reconocer este mecanismo es el primer paso para liberarnos de él. Si sabemos que el miedo es rentable para otros, podemos decidir conscientemente no contribuir a esa cadena de consumo emocional.

Hacia una valentía digital

El estoicismo no nos pide huir de la vida pública, sino participar en ella con virtud. Cicerón, en Sobre los deberes, explicaba que el ciudadano tiene la responsabilidad de actuar con justicia y razón, incluso en contextos hostiles. Lo mismo se aplica al mundo digital: no se trata de desaparecer de las redes, sino de usarlas con sabiduría.

Podemos elegir:

  • Compartir serenidad en lugar de miedo.
  • Practicar la templanza al no reaccionar impulsivamente a cada provocación.
  • Recordar la perspectiva: lo que hoy parece una crisis viral mañana será reemplazado por otra.

Un camino práctico

Para quienes deseen aplicar estos principios en su vida diaria, sugiero un ejercicio sencillo inspirado en los clásicos:

  1. Antes de abrir una red social, pregúntate: ¿para qué entro?
  2. Al encontrar un contenido alarmante, repite las palabras de Epicteto: “Eso no depende de mí”.
  3. Al terminar tu tiempo digital, dedica unos minutos a la reflexión: ¿qué emoción predomina en mí tras usar las redes? ¿He ganado sabiduría o solo ansiedad?

Con esta práctica diaria, el miedo deja de ser un reflejo automático y se convierte en una oportunidad de crecimiento.

Conclusión

El miedo en redes es real y poderoso, pero no invencible. Los filósofos estoicos ya nos ofrecieron herramientas para enfrentarlo: distinguir lo que depende de nosotros, ejercitar la templanza y cultivar un juicio claro frente a las apariencias.

En un mundo donde el miedo se viraliza en segundos, elegir la serenidad es un acto revolucionario. Como decía Séneca: “El hombre que ha conquistado sus miedos será verdaderamente libre”.

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