Cómo practicar la dicotomía del control en tus relaciones

Publicado el 15/05/2025.
Dicotomía del control en las relaciones

Si hay un terreno donde nuestras emociones se ponen a prueba una y otra vez, es en las relaciones. Convivir, amar, trabajar, discutir, ceder… cada vínculo humano nos enfrenta a algo que el estoicismo comprendió con profunda claridad: no todo está bajo nuestro control. Comprender y aplicar la dicotomía del control en nuestras relaciones puede ser la clave para vivirlas con menos sufrimiento y más libertad.

¿Qué es la dicotomía del control?

La dicotomía del control es uno de los principios fundamentales del estoicismo, y aparece claramente formulado en el Manual de vida de Epicteto:

“Hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no dependen de nosotros.”

Esto que parece simple, es transformador. Nuestra mente tiende a querer controlar todo: cómo nos tratan, lo que piensan de nosotros, si nos responden un mensaje, si nos aman como deseamos. Pero Epicteto nos recuerda que todo eso pertenece al dominio de lo incontrolable.

Lo que sí podemos controlar: nuestros pensamientos, juicios, decisiones, acciones, actitudes.

Lo que no podemos controlar: las emociones, acciones, reacciones y palabras del otro.

Y ahí comienza la práctica.

Relaciones más sanas desde el desapego

Aceptar que no podemos controlar al otro no significa desinteresarnos. Significa amar o convivir desde la libertad. Significa actuar bien, sin esperar que el otro reaccione como queremos. Es dejar de hacer del otro un proyecto o un espejo del ego, para permitir que sea quien es.

Este enfoque no es frío ni distante: es profundamente respetuoso. En lugar de manipular, presionar o esperar en silencio, el estoico se concentra en cultivar su virtud: ser paciente, honesto, justo, moderado.

Cómo se aplica en distintos tipos de relaciones

1. En la pareja

Querer que el otro cambie, que nos ame de cierta forma, que diga lo que queremos o que piense como nosotros… es fuente constante de sufrimiento. Practicar la dicotomía del control aquí es recordar: yo puedo ofrecer amor, respeto y límites claros; no puedo controlar si el otro lo recibe o responde igual.

Esta práctica es central en el pensamiento de Séneca, quien aconsejaba en Sobre la ira que aprendamos a distinguir entre lo que debemos corregir y lo que debemos aceptar sin perder la paz.

2. En la familia

Muchas veces nuestras expectativas familiares generan conflicto. Quisiéramos que nuestros padres nos comprendan más, que nuestros hijos tomen mejores decisiones, que nuestros hermanos actúen distinto. Pero esperar esto puede volverse una prisión emocional.

Practicar la dicotomía del control aquí implica cuidar nuestros deberes (acompañar, ayudar, guiar) sin obsesionarnos con los resultados. Como Marco Aurelio anotó en sus Meditaciones: “Trabaja, no para que te aplaudan, sino porque es tu deber hacerlo.”

3. En el trabajo

Relaciones laborales complejas son un campo fértil para la práctica estoica. Jefes injustos, compañeros conflictivos, reconocimiento que no llega. En vez de alimentar resentimientos, el estoico se centra en su propio rol: hacer bien su tarea, actuar con integridad, hablar con claridad, y soltar el deseo de aprobación.

El libro El obstáculo es el camino de Ryan Holiday traduce esta actitud a un lenguaje moderno, mostrando cómo cada desafío interpersonal puede volverse una oportunidad para crecer.

Herramientas estoicas para cultivar esta actitud

1. Reflexión diaria

Escribí cada noche cómo reaccionaste ante una situación interpersonal difícil. Preguntate: ¿Respondí desde el ego o desde la virtud? ¿Qué estaba bajo mi control y qué no? Esta práctica, inspirada en Marco Aurelio, fortalece el carácter.

2. Meditación sobre el otro como ser autónomo

Visualizá a esa persona con la que tenés conflicto como alguien con su historia, sus heridas, sus procesos. Aceptá que no está bajo tu dominio. Esto debilita la necesidad de control y activa la compasión.

3. Pregunta clave en discusiones

Cuando estés a punto de enojarte o querer tener razón, preguntate: ¿Estoy intentando controlar lo que no depende de mí? A menudo, esta simple pausa cambia la dinámica.

4. Frases de anclaje

Repetí mentalmente frases como:

  • “Esto no depende de mí.”
  • “Mi virtud está en cómo respondo, no en lo que recibo.”
  • “Puedo actuar bien incluso si el otro no lo hace.”

Estas fórmulas breves son muy efectivas para recobrar el eje en momentos emocionales intensos.

Libros recomendados para profundizar

Cuando no aplicar la dicotomía se vuelve tóxico

No practicar esta distinción puede llevarnos a:

  • Manipular emocionalmente.
  • Sufrir por expectativas frustradas.
  • Apegarnos a vínculos insanos por necesidad de control.
  • Cargar con culpas ajenas.

Por eso, la dicotomía del control no es solo una herramienta filosófica: es una brújula emocional. Nos enseña a poner límites sanos, dejar ir lo que no podemos forzar, y vivir más ligeros.

Dicotomía del control en las relaciones

Practicar la dicotomía del control en nuestras relaciones es uno de los actos más revolucionarios y amorosos que podemos hacer. No porque nos aleje del otro, sino porque nos acerca desde un lugar real y sereno.

No es fácil, claro. Pero como todo en el estoicismo, es una práctica constante. Un entrenamiento diario para recordar lo esencial: que solo somos responsables de lo que hacemos, no de lo que provocamos.

Y en esa humildad, hay poder. En esa renuncia, hay libertad.

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