La frase “esto también pasará” es una expresión sencilla pero profunda que nos recuerda la naturaleza transitoria de todas las cosas. Aunque su origen exacto es incierto, esta idea de la impermanencia ha sido abordada tanto por filosofías antiguas como por la literatura a lo largo de los siglos. En este ensayo, exploraremos cómo el concepto de la fugacidad de las circunstancias ha sido tratado en la filosofía estoica, la literatura clásica y la sabiduría popular.
Impermanencia en la filosofía estoica
En la tradición estoica, la impermanencia es un principio central que ayuda a los individuos a aceptar los altibajos de la vida con ecuanimidad. Los estoicos, como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, subrayaban la importancia de recordar que todo es temporal. Marco Aurelio, en sus Meditaciones, reflexiona sobre el paso inevitable del tiempo, recordándonos que incluso los emperadores más poderosos y los eventos más significativos finalmente se desvanecen en la historia. “Todo lo que ves, pronto será olvidado, y aquellos que lo recuerdan también pronto desaparecerán” escribe Marco Aurelio, insistiendo en que la vida, con todas sus alegrías y sufrimientos, es efímera.
Para los estoicos, esta comprensión de la naturaleza transitoria de la vida no era motivo de desesperanza, sino de liberación. Al saber que tanto el dolor como el placer son pasajeros, uno puede evitar quedar atrapado en la desesperación o la euforia. Epicteto, en su Enquiridión, señala que uno debe prepararse para la pérdida y el cambio, pero sin angustiarse por ello. Así, la aceptación serena de que “esto también pasará” es un paso clave hacia la paz interior.
La sabiduría literaria y popular
En la literatura y las tradiciones orales de muchas culturas, encontramos historias que expresan esta misma verdad. Una de las más conocidas es la leyenda del rey Salomón, quien pidió que le dieran una frase que siempre fuera cierta, sin importar las circunstancias. La respuesta que recibió fue: “Esto también pasará”. Esta simple afirmación, que lo acompañó tanto en momentos de crisis como de éxito, le sirvió para recordar que ni el triunfo ni la tragedia son permanentes.
En la literatura clásica, también hallamos ecos de esta idea. En la Odisea de Homero, Odiseo enfrenta numerosas pruebas a lo largo de su viaje. En cada momento de sufrimiento, sabe que su dolor no es eterno, y en cada momento de triunfo, sabe que la paz que encuentra es temporal. Este ciclo de dificultad y alivio es parte del viaje del héroe, una metáfora para la vida misma.
El poeta inglés Percy Bysshe Shelley, en su poema Ozymandias, también nos ofrece una reflexión sobre la impermanencia. El poema describe las ruinas de una gran estatua en el desierto, un monumento a un rey olvidado que alguna vez se jactaba de su poder. “Miren mis obras, poderosos, y desesperen”, dice la inscripción en la base de la estatua. Sin embargo, alrededor de las ruinas solo queda el vacío, recordándonos que incluso los más grandes imperios caen, y que todo en la vida, por grandioso que parezca, es efímero.
Reflexión final: vivir en la impermanencia
Reconocer que “esto también pasará” no significa negar el valor de las experiencias humanas, sino enfrentarlas con una perspectiva más amplia y equilibrada. Cuando entendemos que todo es transitorio, podemos disfrutar los momentos de felicidad sin aferrarnos a ellos y podemos soportar el dolor con la certeza de que también desaparecerá.
Los estoicos nos invitan a utilizar esta verdad como una herramienta para vivir con mayor tranquilidad, liberándonos de las cadenas del apego y del miedo al cambio. Al igual que en la poesía de Shelley o las historias populares sobre Salomón, esta sabiduría nos ofrece una brújula para navegar la vida con humildad y serenidad. Entender la naturaleza pasajera de nuestras circunstancias nos permite vivir plenamente en el presente, conscientes de que, como todo en la vida, esto también pasará.